Edna Barbosa

Edna Barbosa

Jueves, 30 Noviembre 2017 20:10

Agresividad y técnicas para reducirla

La agresividad es un estado emocional que consiste en sentimientos de odio y deseos de dañar a otra persona, animal u objeto. Por su parte, la agresión es cualquier forma de conducta que pretende herir física y o psicológicamente a alguien.

 

Para el hombre la necesidad de defenderse ha sido siempre inminente, aún desde el principio de su existencia; para tal efecto ha sido siempre necesario el uso de la agresividad como factor que garantice, en cierto modo, la supervivencia del humano, teniendo éste que protegerse, no solo de los fenómenos naturales que en ocasiones lo golpean, sino también de la amenaza de otras especies, esto incluyendo a sus propios congéneres. Pero si asumimos las fuerzas agresivas como sostén de los impulsos vitales, entonces éstas serían positivas. Pero, si por lo contrario, la agresividad es ejercida con el simple propósito de ir en contra de los demás, ésta, desde luego, será negativa y destructiva.

 

Si la agresividad se constituye como forma de relación para el hombre, convirtiéndose en un ejercicio, éste desencadenará ya no solamente en conductas agresivas, sino que llegará a la violencia, transgrediendo las leyes de convivencia humana.

 

El fenómeno de la agresividad se ha asociado siempre a las diferencias y las divisiones de los grupos humanos, divisiones tales como clases sociales, diferencias ideológicas, partidos políticos y, en general, toda clase de discriminación que puede ser producto de la negación del otro, la exclusión o la manipulación que conlleva a un sometimiento irracional.

 

Clasificaciones de la agresividad

 

  • Según su objetivo: agresión emocional (su fin es hacer daño al otro) y agresión instrumental (su fin es conseguir algo, ejemplo: los ladrones matan porque su objetivo es conseguir algo, pero no pretenden matar).
  • Según la forma: agresión física (se da más en los hombres) y agresión verbal (se da más en las mujeres).
  • Según la cercanía: agresión directa (el agresor agrede cara a cara) y agresión indirecta (el agresor no agrede cara a cara, ejemplo: los rumores).

Factores culturales desencadenantes de la agresividad

 

  • Desde el marco anteriormente expuesto, que podemos decir que el componente esencial de la agresividad es la motivación.

 

  • Así mismo, la cultura regula el uso de la agresión en las relaciones interpersonales y sociales. También contribuye de manera determinante en la presencia o no de la agresión.

 

  • La dignidad e identidad de cada persona, como un producto mas de la vida cultural, cuando se ve amenazada, muchas veces genera respuestas agresivas por parte de los individuos o grupos afectados.

 

  • El nacionalismo extremo, los conflictos religiosos o la influencia de los medios de comunicación, serían impensables sin la existencia de la cultura.

 

  • Existen diferencias culturales en el grado de aceptación de la conducta agresiva.

 

  • Aunque ninguna cultura fomenta directamente el comportamiento agresivo, el hecho de tolerarlo o justificarlo hace que deje de actuar como freno a la tendencia natural del ser humano a la agresión.

 

Técnicas para reducir la agresividad

 

  • Método de catarsis: partiendo de la base que el impulso agresivo no se puede eliminar, ya que las personas suelen dan rienda suelta al impulso agresivo en acciones socialmente permitidas, descargar y reducir la probabilidad de comportarse agresivamente es posible realizando actividades dirigiras para tal fin por medio de “actos catárticos”. Un ejemplo es participar en actividades no peligrosas para las demás personas como por ejemplo gritar o golpear un muñeco, puede reducir las explosiones emocionales agresivas; aunque estos efectos generalmente son temporales, puesto que es más probable que volver a conductas de agresión si aparece de nuevo ese estímulo desencadenante de provocación, es posible ir bajando los niveles emocionales vinculados con la agresividad a manera de entrenamiento. Este método se puede llevar a cabo por medio de la catarsis directa donde, se participa en la agresividad por ejemplo, dando golpes a un objeto y en la catarsis indirecta, en la cual se observa como espectador la agresividad por ejemplo, viendo a alguien agredir a un objeto que represente el estímulo agresivo de quien observa.

 

  • Mejorar en los controles cognitivos en las intervenciones agresivas disculpándose y/o admitiendo la equivocación o error, lo cual resulta muy eficaz para disminuir la conducta agresiva. Pero si esto ocurre con demasiada frecuencia, la persona que siempre pide perdón, a largo plazo podrá mostrar una disminución en su autoestima, pudiendo llegar incluso, a destrozar su autoconcepto. Por lo que excusarse y pedir perdón sería mejor para un hechos puntuales.

 

  • Estar alerta para fortalecer controles cognitivos si esconocido que una persona en ciertas circunstancias (como por ejemplo ante la ingesta de alcohol) probable que se torne agresiva, hay que prevenir su posible agresividad teniendo tacto y cuidado en el trato con ella.

 

  • Estar atentos a las situaciones asociadas a pre-atribuciones en donde hay que entrenar a las personas a atribuir las provocaciones de los demás a causas de carácter no intencional (causas externas al sujeto). Ejemplo: “me insulta porque está cansado”.

 

  • Evitar permanecer en pensamientos o recuerdos desagradables y negativos es decir.

 

  • Adquisición de conductas socialmente positivas como las asociadas a solidaridad, exponiendo modelos y situaciones sociales no agresivas.

 

  • Entrenamiento en habilidades sociales básicas, toda vez que hay personas que no poseen las competencias para afrontar la agresividad ni aguantar críticas. Que una persona sea agresiva no quiere decir que sea mala, sino que puede carecer de habilidades sociales.

 

  • Dando respuestas incompatibles suscitando un estado emocional positivo en una situación tensa, por ejemplo con el humor o sentimientos de empatía.
Jueves, 16 Noviembre 2017 00:10

Beneficios de la psicoterapia online

 

Actualmente se han desarrollado con éxito varios programas y dispositivos con el ánimo de promocionar, monitorizar y mejorar el estado de salud mental de las personas por medio de las TIC. Es por ello, que se considera que estas iniciativas son el comienzo de una serie de acciones que desencadenarán cambios positivos en la psicología como disciplina, derivando en una mejor atención para los clientes (Botella, Baños, García Palacios, Quero, Guillén y Maco, 2007).

 

Uno de esos cambios que se vienen presentando es el auge de la psicoterapia online, que, como dijimos en un artículo anterior, es la atención especializada y de carácter profesional, que se realiza a por medio de las TIC buscando conectar a los profesionales cualificados de la salud mental con sus clientes.

 

Varios autores (Laszlo, Esterman, & Zabko, 1999; Christensen y Griffiths, 2003; Chang & Yeh, 2003; Taylor & Luce, 2003; Litz, Williams, Wang Bryant & Engel, 2004) han estudiado las ventajas y beneficios que surgen del uso de esta forma de intervención. Dentro de las que se reportan respecto a la psicoterapia convencional se destacan:

 

  • Es adecuada para personas que se beneficiarían de apoyo psicológico en asuntos no clínicos o patológicos pero que se encuentran ligados a crisis vitales (nacimiento de los hijos, nido vacío, menopausia), cambios, desempleo y situaciones de la vida diaria como el seguimiento de un tratamiento médico, dejar de fumar, volver al trabajo después de una baja, de un infarto, post-cirugías, etc.. (Trujillo Borrego, 2005).

 

  • Mayor acceso a la salud mental de las zonas geográficas remotas, incluidas zonas rurales u otros países y la facilitación de la comunicación (Suler, 2000; Tate & Zabinski, 2004), con la confianza que en cada sesión el terapeuta cumplirá con la confidencialidad, privacidad e intimidad que rige la ética psicológica (http://psychcentral.com/archives/n102297.htm).

 

  • Facilita el screening (detección sistemática o tamizaje) de casos que necesitarían ayuda psicológica y que no asistirían a los servicios de salud mental de otra manera.

 

  • Reducción en el costo de las sesiones, ya que al ser a través de Internet, no se torna oneroso el costo del mantenimiento de un consultorio.

 

  • Reducción en los desplazamientos, pues disminuye las fronteras espaciotemporales que, en ocasiones, resultan una limitación tanto para el paciente como para el terapeuta, ofreciendo inmediatez (Schultze, 2006; Suler, 2000; Tate & Zabinski, 2004; Trujillo Borrego, 2005; Vallejo & Jordán, 2007).

 

  • Mayor comodidad, puesto que la persona se puede conectar desde el lugar que desee, ahorrando tiempo y ofreciendo una mayor flexibilidad en la agenda.

 

  • Permite mantener el setting o ajuste al garantizar la continuidad del tratamiento debido a la omnipresencia de Internet.

 

  • Facilita la creación de grupos de soporte para poblaciones sub-atendidas. Indicado predominantemente para personas con enfermedades o discapacidades que presentan dificultad para vincularse a grupos de apoyo terapéutico “en persona”. También fomenta espacios para personas con patologías poco frecuentes.

 

  • El dialogo terapeuta-paciente puede observarse “cara a cara” y escucharse en tiempo real a través de la tecnología de la multimedia de internet.

 

  • Funciona muy bien para aquellos que se encuentran motivados por el “anonimato” que ofrecen las TIC, sumado a la sensación de invisibilidad y refugio, que genera a un sentimiento subjetivo de protección y seguridad. Este “Anonimato Psicológico”, posibilita compartir con un extraño temas muy personales con mayor facilidad de lo que sería en un encuentro cara a cara inmediatez (Schultze, 2006;Tate & Zabinski, 2004; Vallejo & Jordán, 2007).

 

  • La reflexión a la que puede llegar el paciente al comunicarse por escrito puesto que, una vez se ha establecido un contacto permanente entre terapeuta y paciente, ambos entran en la denominada “zona de reflexión” (Suler, 2000).

 

  • La comunicación asincrónica (como e-mail o foros) proporciona tanto al cliente como al terapeuta la oportunidad de elaborar con mayor profundidad lo que se va a decir, incrementando la claridad en la comunicación y posibilitando intervenciones más incisivas para ir al núcleo del problema, ayudando a los participantes prestar más atención al proceso mientras aún se mantiene el diálogo (Rochlen, Zack & Speyer, 2004), además sirve para que el paciente note las contradicciones en las creencias que sostiene sin la necesidad de que el terapeuta tenga que marcárselas (Murphy & Mitchell, 1998).

 

  • Las intervenciones pueden ser almacenadas y, tanto paciente como terapeuta, pueden recurrir a ellas cuando lo requieran, facilitando el del tratamiento, el monitoreo y seguimiento de la evolución del paciente ( (Rochlen, Zack & Speyer, 2004; Schultze, 2006; Suler, 2000; Tate & Zabinski, 2004; Trujillo Borrego, 2005; Vallejo & Jordán, 2007).

 

  • Alternativa de seguimiento detallado en las etapas finales de un proceso terapéutico “en persona” a manera de apoyo y complemento.

 

Referencias

 

  • Botella, C., Baños, R., García Palacios, A., Quero, S., Guillén, V. & Pons, A. (2007). La utilización de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en psicología clínica, UOCpapers, 4, 32-41.
  • Chang, T., & Yeh, C. (2003). Using online groups to provide support to Asian American men: Racial, cultural, gender, and treatment issues. Professional Practice: Research and Practice, 34(6), 634-643.
  • Christensen, H., y Griffiths, K. (2003). The Internet and mental health practice. Evidence Based Mental Health, 6, 66-69
  • Laszlo, J.V. , Esterman, G. y Zabko, S. Therapy over the Internet? Theory, Research & Finances. CyberPsychology & Behavior. 1999; 2 (4):.293-307.
  • Litz, B., Williams, L., Wang, J., Bryant, R., & Engel, C. (2004). A therapist-assisted internet self-help program for traumatic stress. Professional Psychology: Researc and Practice, 356, 628-634.
  • Murphy, L y Mitchell, D.L. When writing helps to heal: e-mail as therapy. British Journal of Guidance and counselling. 1998; 26 (1): 21-32.
  • Rochlen, A. B., Zack, J. S., Speyer, C. (2004). Online Therapy: Review of Relevant Deinitions, Debates, and Current Empirical Support, Journal of Clinical Psychology, 60(3), 269-283.
  • Schultze, N. (2006). Success Factors in Internet-based Psycho- logical Counseling, CyberPsychology & Behavior, 9(5), 623-626.
  • Suler, J. R. (2000). Psychotherapy in Cyberspace: A 5-Dimensio- nal Model of Online and Computer-Mediated Psychotherapy, CyberPsychology & Behavior, 3(2), 151-159.
  • Taylor, C., & Luce, K. (2003). Computer-and Internet-based psychoterapy interventions. Current Directions in Psychological Science, 12(1), 18-22.
  • Tate, D. F. & Zabinski, M. F. (2004). Computer and Internet Appli- cations for Psychological Treatment: Update for Clinicians, Journal of Clinical Psychology, 60(2), 209-220.
  • Trujillo Borrego, A. (2005). Nuevas tecnologías y Psicología. Una perspectiva actual, Apuntes de Psicología, 23(3), 321-335.
  • Vallejo, M. A. & Jordán, C. M. (2007). Psicoterapia a través de Internet, Boletín de Psicología, 91, 27-42.