Psicoherramientas

Psicoherramientas

Miércoles, 29 Noviembre 2017 16:01

Arte y psicoanálisis (Segunda parte)

A partir de un escrito anterior, ya veíamos la explicación Freudiana de cómo el arte se centra en los mecanismos psíquicos del artista y del contemplador, llegando a considerar los conflictos inconscientes del primero como verdadera fuente de arte. Pero también entendiendo que dicha producción, al parecer, es mas significativa si se considera desde su valor simbólico y se compara con producciones como los sueños.

 

En ese sentido, la obra de arte es una estructura que debe analizarse en sí misma y como en el sueño, la modificación de cualquier elemento supone la constitución de una estructura diferente. Subyacente a la concepción Freudiana de las producciones psíquicas, ya se trate de los sueños, de síntomas neuróticos o de cultura y el arte; está su idea de símbolo, la cual para Freud es un enigma a descifrar, es una construcción que enmascara unos contenidos que verán la luz luego de un proceso analítico que no posee una relación de complementariedad ni de expresividad con aquello que simboliza, mas bien, sustituye un afecto, revelándolo y ocultándolo a la vez. La consideración de arte como proceso de simbolización es, quizás, el legado más rico del psicoanálisis freudiano a este respecto.

 

Por lo anterior es que se puede afirmar que el arte es una formación de compromiso entre el deseo y la defensa, por lo que la actividad simbólica caracteriza necesariamente toda actividad creadora. De esa manera, el artista, al igual que todo sujeto humano, se inserta en un orden preestablecido de naturaleza simbólica y su creación va a aportar reiteradamente las huellas de ese orden, de las cuales el creador mismo no es consciente, ya que en el símbolo se hace presente la represión.

 

Es de resaltar que el símbolo tiene una significación propia para cada sujeto y es de carácter repetitivo, lo cual le permite decir algo diferente de lo que dice y confirmar ese decir. Esa repetición es la que garantiza la emergencia del inconsciente.

 

Como se puede apreciar desde el psicoanálisis, el arte, como construcción humana, a partir del autor y del sujeto que lo contempla, no se puede abordar como una mera producción resultante de las dinámicas intelectuales puras en conjunción o interrelación con las emociones e inspiración. Son eso y más, puesto que incluye también la motivación intrapsíquica y/o la energía que la historia personal del artista posibilita como vehículo para la expresión de lo inconsciente; que sin saber que se sabe, es elaborada como símbolo de ese entramado inconsciente; pero que a pesar de expresada en la obra misma, no es entendible sin la dinámica del proceso analítico.

 

Es por ello que para muchas personas es desconcertante una u otra obra, pero de análoga manera, es admirable y bella otra obra en particular. La belleza es otorgada, en el sujeto, por sus propios mecanismos psíquicos que dinamizan el inconsciente dirigido hacia la obra.

 

Finalmente hay que decir que como el hombre ha agregado a la fabricación de objetos algo que va mas allá de la simple forma, decoración y valor comercial, el acto creativo artístico queda enmarcado en los límites de la individualidad y la unicidad, así el proceso representativo es ubicado como el eje central de la elaboración del sujeto en el cual se enfrenta a una imagen que vislumbra su falta y deseo.

 

Es importante hacernos conscientes que el arte (como toda producción humana) es mas que la suma de sus partes, es más que su valor y los conceptos que representa (tipo de obra, estilo artístico, intensión del artista etc.), es la manifestación del saber inconsciente mismo de esa cosa que nos falta y creemos poder alcanzar en la misma ejecución de la obra. Es el inconsciente queriendo expresarse, queriendo ser escuchado. ¡Es el sujeto queriendo entrar en análisis!

Viernes, 17 Noviembre 2017 11:41

Arte y psicoanálisis (Primera parte)

 

Desde la psicología, son diversas las formas de abordar la producción y experiencia de lo artístico. En este caso pretenderemos dar una mirada desde el psicoanálisis.

 

En términos generales, el arte se puede entender como una representación humana que expresa simbólicamente formas particulares de significación, mediante la transformación de la materia. Por ejemplo el dibujo, como forma de representación de representación artística compuesta de marcas y líneas realizada sobre una superficie, por medio de diversos materiales y caracterizado por un componente cinético de movimiento.

 

En sus orígenes, el arte se encuentra ligado a la evocación mágica y a los emblemas de riqueza y poder; es por ello que desde el comienzo de su historia el hombre ha agregado a la fabricación de objetos un excedente que va mas allá de un simple carácter funcional y que más bien se encuentra ligado con la forma y la decoración.

 

Mas o menos desde el siglo XIX, los psiquiatras comenzaron a interesarse en la producción artística de los enfermos mentales; seguidamente los pedagogos alentaron la expresión creadora en los niños por medio del arte. Posteriormente, surgieron terapias basadas en los procesos artísticos tales como, el psicodrama, musicoterapia, danzaterapia y las diversas técnicas plásticas (dibujo, pintura y escritura).

 

En general podemos decir que la en la historia el arte y el psicoanálisis se han casado y divorciado varias veces en los últimos 120 años. A primera vista se trata de dos campos que deberían llevarse bien puesto que ambos se ocupan de la creatividad. El arte de los resultados de la creatividad y, por su parte, el psicoanálisis sobretodo del proceso. Ambos hablan de las imágenes: el psicoanálisis de las imágenes de los sueños y fantasías; el arte de imágenes como producto material del artista. Por último los dos campos exigen un enfoque histórico: el arte en relación con las cronologías de la cultura, la documentación y el estilo, mientras que el psicoanálisis, con la historia evolutiva del individuo. La primera unión de estas dos áreas ocurrió a finales del siglo XIX, cuando Sigmund Freud inició el trabajo que culminó en la formulación del psicoanálisis.

 

En cuanto al abordaje psicoanalítico respecto al arte que muestra la obra de Freud, se puede apreciar una doble vertiente. La primera, acentúa la figura del artista, cuya obra está en directa relación con su obra personal. La segunda, considera al arte como un proceso de simbolización; el mismo proceso que obra en el inconsciente individual y que preside la cultura.

 

Respecto a la primera vertiente, se dice que la obra se relaciona con el artista, el cual según Freud se adecua notablemente a la realidad transformando conscientemente sus impulsos inconscientes al realizarla, a través de la organización de sus experiencias por medio de la reelaboración simbólica, por lo cual cobra un nuevo sentido. Por otra parte, si el arte libera al artista de las fantasías que han sido forjadas en su infancia, permitiéndole domesticas sus fantasmas, éste se descarga de un afecto y lo domestica en el proceso artístico.

 

Es así como el proceso de realización de la obra podría sintetizarse diciendo que un acontecimiento de orden afectivo, grabado profundamente en la mente del artista, produce un afecto que descarga en el arte, por lo cual, la obra de arte sería un sustituto de las fantasías producidas por el inconsciente individual. Por esa vía es que podemos considerar que la obra de arte se produce por un mecanismo de defensa de sublimación al derivar la pulsión sexual del sujeto hacia otros objetos no sexuales (la obra artística propiamente dicha en este caso). Este proceso de sublimación es el que permite la realización de la cultura y por lo tanto también del arte. Al respecto, Freud en su libro Un recuerdo infantil de Leonardo Da Vinci dice: “la observación de la vida cotidiana de los hombres nos muestra que su mayoría consigue derivar hacia su actividad profesional una parte muy considerable de sus fuerzas instintivas sexuales. La pulsión sexual es particularmente apropiada para suministrar esas aportaciones, pues resulta susceptible de sublimación, esto es, puede sustituir un fin próximo por otros desprovistos de todo carácter sexual y eventualmente más valiosos”.

 

Desde este contexto, podemos observar cómo la personalidad del artista, individuo especialmente dotado para la sublimación, responde esencialmente a una estructura narcisista, la cual busca la satisfacción en sus propios procesos mentales y desea sentirse autosuficiente, encontrando en el arte la vía para realizar sus fantasía de poder ilimitado de creación. El arte sería un elemento intermedio entre la realidad y la imaginación. Realidad que frustra los deseos y el mundo de la imaginación que los colma; una región en la que las tendencias a la omnipotencia de la humanidad primitiva se mantiene aún en plena vigencia.

 

La otra dimensión que se tiene del nacimiento del arte, es la búsqueda de la inmortalidad, ya que, gracias al arte, el artista logra sobrepasar su condición de mortal. Tanto en el autor como en el receptor de la obra, reencontramos nuevamente el concepto de sublimación, como el proceso que permite desplazar el impulso sexual hacia la apreciación de la belleza.

 

Freud cree que el origen del arte se encuentra en el psiquismo del artista y ataca la idea del artista como genio. Éste es un hombre regido por los mismos principios psíquicos que el común de los hombre, nada extraordinario posee fuera de la capacidad de transformar, mediante la sublimación, los impulsos primarios que tienen todos los humanos.

Miércoles, 15 Noviembre 2017 22:56

La motivación laboral, ¿Cómo entenderla?

 

La habilidad de entender por qué las personas se comportan de cierta manera y la habilidad para motivarlas a comportarse de una forma específica son dos cualidades correlacionadas e importantes para la eficiencia administrativa.

 

La motivación de las personas en las organizaciones es un tema que demanda mucha atención. De ahí la necesidad de la presencia de psicólogos en éstos sistemas productivos. Gracias a los principios psicológicos, se puede estudiar el mundo del trabajo desde la perspectiva humana. Es por ello, que el psicólogo industrial no se limita a analizar el trabajo del personal y a preparar programas de adiestramiento, sino que procura crear un ambiente de trabajo que estimule la creatividad, compromiso y satisfacción con el puesto. También se ocupa de los instrumentos que utilizan las personas para trabajar con mayor eficiencia: ingeniería humana.

 

El término motivación se origina en la combinación de los vocablos latinos motus (traducido como “movido”) y motio (que significa “movimiento”). Desde el campo de la psicología, la motivación se basa en aquellas cosas que impulsan a un individuo a llevar a cabo ciertas acciones y a mantener firme la conducta hasta lograr cumplir todos los objetivos planteados lo cual explica en qué forma los factores internos impulsan a los animales y al hombre a la consecución de ciertas metas. La noción, además, está asociada a la voluntad y al interés. La índole de la meta o incentivo hacia el cual se dirige la actividad (por ejemplo, comida, agua, éxito o control sobre los demás) propicia la designación que le damos a ese estado: hambre, sed, motivación para el logro, necesidad de poder, etc. La conducta motivada suele ser vigorosa y puede persistir por largo tiempo. En otras palabras, puede definirse a la motivación como la voluntad que estimula a hacer un esfuerzo con el propósito de alcanzar ciertas metas.

 

La motivación de los seres humanos se puede entender mejor en términos de las necesidades que tenemos en común y los diferentes medios por los cuales se satisfacen estas necesidades. Cuando se despierta una necesidad (una privación física o psicológica), el individuo desarrolla un impulso hacia una meta o incentivo el cual es percibido como suficiente para satisfacer la necesidad o remover la privación. En psicología, este proceso por el cual se energiza la conducta se llama motivación.

 

Desde el punto de vista de la psicología industrial, podemos decir que la motivación laboral es el constructo del proceso motivacional (dirección e integración de las energías necesarias) para cumplir funciones específicas en el conjunto y dinámica del trabajo. Pero también el individuo , durante su tiempo de trabajo, debe perseguir las metas de la organización y, al mismo tiempo, las suyas propias.

 

Cuando se habla de motivación en el trabajo, se entiende la motivación en el lugar de trabajo y no fuera de éste, ya que en el entorno laboral el comportamiento de las personas no depende solo de la actitud interna, sino también de las condiciones en las que pasará su tiempo de trabajo; condiciones materiales y ambientales de la organización. La motivación en el trabajo implica muchos aspectos que se pueden reunir en tres grandes grupos: los estados y condiciones individuales, de la organización y de la sociedad.

 

En lo referente al trabajador intervienen sus aptitudes y necesidades, formación general y profesional, condiciones de vida, aspiraciones personales, exigencias ambientales, etc., por parte de la organización, las estructuras externa e interna de la empresa, sus colaboradores inmediatos y mediatos, el poder de decisión, etc., por parte de la sociedad las aspiraciones del trabajador dentro de ella, el papel que éste desempeña y cómo la sociedad satisface sus necesidades primarias y sociales.

 

En el ámbito organizacional el concepto de trabajo tiene dos sentidos: en un sentido general, se entiende por trabajo toda actividad física o intelectual que conduzca a un resultado deseado por el individuo; y, en sentido estricto, el trabajo es una actividad física o intelectual que proporciona medio para la satisfacción de necesidades, propósitos o ambos. Para satisfacer estas necesidades, el trabajador se propone metas y pone todo su esfuerzo para alcanzarlas; el sujeto labora lo necesario para conseguir la meta de la manera mas efectiva si posee las aptitudes y preparación necesaria.

 

Se considera que un trabajo es motivador si el individuo dirige su actividad hacia una meta propuesta por él o por otra persona vinculada a éste de manera explícita o implícita.